EL SCHNAUZER MINIATURA
De Mini tiene muy poco, basta con haber compartido tan solo unas horas con alguno (caso de no tener el gran orgullo de poseerlo.) para darse por cautivado y para percibir el inmenso perro que tenemos delante.
Ajenos a polémicas sobre su procedencia, tendencia y fuera de todo lo que tenga que ver con su “tipo” o “arreglo”, el Mini nos da todo lo que tiene dentro de sí.
De todas formas si de algo no debemos olvidarnos es justo de esa chispa que llevan dentro y que es la que precisamente más nos atrae de ellos. El carácter es fundamental, no basta con que nuestro Mini se crea un fiero y valeroso perro guardián, sino que “ lo tiene que demostrar ”, obviamente esta observación es puramente en sentido metafórico, pero es a lo que queremos llegar, por la cuestión de que, aunque por suerte no es muy frecuente, nos hemos encontrado en alguna ocasión con algunos Minis de aquellos que se arrastran humilladamente, que “tiran la piedra y esconden la mano”, e incluso que en brazos de sus propietarios se vuelven mordedores y pendencieros cuando en realidad sin él cerca serían completamente tímidos, amedrentados y esquivos.
Ellos no entienden de fronteras, indiferentes a su tendencia u origen, he podido constatar este fenómeno en ejemplares de cualquiera de los “tipos” vigentes hoy en día, y creo que el problema se puede atajar si desde la base, en la crianza, se hace con conocimiento, cierto es que en este aspecto será determinante el ambiente en el que posteriormente se desenvuelva el cachorro, pues esto será uno de los grandes pilares de su carácter final.
Este tipo de problema de carácter o comprotamiento, por suerte está poco extendido. Debemos procurar entre todos, tanto desde la selección, crianza y socialización como de su continuidad en educación por parte de las familias, que siga siendo así y que tengamos estos fabulosos perros vivarachos y superactivos con el carácter que en ellos deseamos, y que en definitiva, ciertamente les caracteriza.
No es difícil imaginar al cachorro que se cría en manos de una familia con niños de corta edad, que probablemente van a usar al Mini casi como un juguete, problema bastante frecuente y que sin duda es función de los adultos y padres educar a los niños en la forma de actuar con el cachorro, y sobre todo de aprender a respetarle. Por desgracia, suele hacer bastante gracia las ocurrencias de los “nenes”, y esto puede derivar sin duda en un Mini con un carácter huidizo y reservado, por supuesto se hace extensivo a la posesión de cualquier raza, destacando además que sin la tolerancia del Schnauzer para con los niños, en sus tres tamaños, podría derivarse esto en conductas incluso muy desagradables o agresivas.
Si el Mini lo tenemos en un entorno familiar encabezado por adultos, por ejemplo sin niños, o éstos ya fuera del hogar, nos encontramos con el ambiente ideal para que el perro esté bastante mimado, quiero recalcar que no apunto esto por ser algo negativo, en absoluto, sino porque de ahí estamos a un paso de tener un perro consentido, y esto si que puede dar origen a los conflictos y problemas que estamos exponiendo.
Es fácil que de esta forma el perro sea prácticamente casero, que habitualmente no salga más que lo justo, muchas veces debido a la falta de ganas de sus dueños por causas de edad mayormente. Estos Minis serán el mejor compañero que puedan tener sus dueños, pero difícilmente se relacionará plenamente con extraños o visitantes. Evitará todo contacto con las visitas y muy probablemente alguno ladrará de continuo todo el tiempo que éstas duren posiblemente desde debajo de algún mueble o desde alguna habitación contigua. Pero incluso a este tipo de perro le sale a flota pasado algún tiempo su innato carácter de Mini equilibrado y puede ser perfectamente recuperable con un poco de dedicación y constancia. Recalcamos que la labor de socialización que desempeñamos en su cría es primordial que se continúe en el entorno familiar.
El Mini no debe ser ni más ni menos que una especie de “fotocopia reducida” de sus hermanos mayores, Mediano y Gigante, y esto incumbe también en la parte que toca al carácter. Si en los tamaños superiores se cuida bastante, e incluso en el gigante se persigue el equilibrio y la sociabilidad debido a su enclavamiento como perro de trabajo y utilidad, no debemos descartar a nuestro pequeño gran amigo y por supuesto tacharle de una vez por todas de la lista de perro faldero que no es. Labor de todos será conseguir que tan emblemático tamaño siga escalando puestos en los corazones de cada vez más hogares, nosotros nos sentimos orgullosos de colaborar en su difusión mediante nuestra experiencia en la cría, sin olvidar que en casa simplemente les queremos porque son nuestros Minis.